La mayoría de los conflictos que tenemos los seres humanos es porque no nos gusta obedecer, lo que más nos cuesta es someternos a cualquiera que sea autoridad.
Con la obediencia ocurre una paradoja muy simpática: detestamos obedecer pero nos encanta que nos hagan caso. ¿Les ha pasado? O dicho de otra manera, “a mí nadie me manda” pero “aquí se hace lo que yo digo y punto”
Las guerras en el mundo se desatan porque todo el mundo quiere mandar, hay hambre de poder.
Dios quiere que todos seamos salvos que tengamos vida eterna. Pero la única forma de lograrlo es viviendo en santidad Y obediencia.
La ley fue hecha para que el hombre obedeciera. Pero Dios no quiere que le obedezcamos por obligación, él prefiere que lo hagamos por convicción.
El obedecer por obligación genera en que se haga las cosas de mala gana y por ende nos quedan mal. El obedecer por convicción hace que las cosas nos queden bien, que se las haga con amor.
El hacer las cosas por convicción hace que luchemos, que hagamos meritos por ganarnos algo. Jesucristo esta en el cielo. V 1 “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,”
Ese puesto de estar a la diestra del padre es algo que Jesús se lo gano entrego su propia vida en obediencia. Filipenses 2: 8 “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
El problema de muchos seres humanos es que no queremos hacer merito para ganarnos las cosas, simplemente creemos que las merecemos.
Jesús es espíritu por lo tanto se hace necesario que aprendamos a adorarlo en espíritu y sobre todo en verdad. Juan 4: 23 “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
Para depender de Dios es necesario que nos soltemos de las cosas terrenales, mientras en nosotros este presente lo terrenal no podrá actuar Cristo en nuestra vida. V 4 “Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley;”
Hacer las cosas por obligación nunca resulta para bien. Por eso Jesucristo nos ofrece un nuevo pacto ya no por ley. V 8 - 9 “Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; 8:9 No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.”
Jesucristo quiere que le obedezcamos por amor, por convicción. V 10 “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo;”
Cuando buscamos las cosas por convicción no necesitamos que nos estén obligando. Un padre puede obligar a sus hijos a realizar alguna determinada tarea, el problema es que obedecerá mientras el padre este presente, en el momento en que él le dé la espalda termina haciendo otra cosa. V 11 “Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos.”
Obedecer la palabra de Dios en nuestras fuerzas sería algo imposible, por eso Dios nos da un nuevo corazón y un nuevo espíritu es el espíritu de Dios en nosotros lo que nos hace obedecer. Ezequiel 36: 26-27 “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
Solo el conocimiento de la palabra nos hace conocer a Jesucristo. Nadie se enamora de lo que no conoce, si quieres enamorarte de Jesucristo es necesario que lo conozcas.
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